COLABORACIÓN ESPECIAL

 
Tuberculosis, migraciones y estudiantes foráneos

En todo el mundo, la tuberculosis es la decimotercera causa de muerte. Es prevenible y curable. En población inmigrante característicamente aparece con más frecuencia durante los 5 primeros años tras la llegada al país de destino por reactivación de la infección latente adquirida en el país de origen. El incremento de estudiantes procedentes de países con alta carga de tuberculosis, constituye un reto para la eliminación de la enfermedad en Cuba. El Programa Nacional de Control y Eliminación de la Tuberculosis en el país ha logrado mantener en situación favorable la enfermedad. Si no se cumple con las indicaciones pertinentes establecidas, existe riesgo de afectación de la salud de la población cubana ya que parte de estos estudiantes foráneos viven dentro de la misma. La vigilancia y el control de estudiantes foráneos temporales, deberá extenderse como proceso centinela de todos los sectores de la enseñanza media y universitaria que los reciban. La mayor parte de las Universidades del país reciben estudiantes foráneos temporales. La ocurrencia de la tuberculosis en este grupo vulnerable no debe dejar de registrarse, notificarse y analizarse en los informes del Programa de Control de la Tuberculosis. Debemos cuidar más la salud de los estudiantes foráneos y proteger nuestra población en la ruta de la eliminación de la Tuberculosis como problema de salud pública. La eliminación de la Tuberculosis necesita reforzar las acciones de prevención, atención médica y control. Los estudiantes foráneos constituyen un grupo vulnerable prioritario para la vigilancia renovada de una intervención integral intermultisectorial. 

José Ramón García Cortina, Alexander González Díaz, Alina Martínez Rodríguez, Carmelo Trujillo Machado, Miguel Ángel Martínez Morales, Lourdes Álvarez Suárez, Edilberto Rodolfo González Ochoa
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Infección por Toxoplasma gondii y accidentes de tránsito. Evidencias epidemiológicas de una asociación poco conocida

Recientes pesquisas en las que se utilizó la detección de anticuerpos anti-Toxoplasma gondii como herramienta diagnóstica de toxoplasmosis latente, demostraron asociación entre la infección crónica por el parásito y la disminución de funciones cognitivas, las enfermedades psiquiátricas (esquizofrenia, bipolar, trastornos obsesivo-compulsivos), las enfermedades degenerativas (enfermedad de Alzheimer, múltiples esclerosis, enfermedad de Huntington), y cambios de comportamiento (mayor frecuencia de conductas suicidas y, sobre todo, de accidentes de tránsito). En la literatura revisada, varios estudios demostraron seroprevalencias de anticuerpos anti-T. gondii significativamente mayores en grupos de personas involucradas en accidentes de tránsito que las de sus correspondientes grupos control. La no disponibilidad de fármacos adecuados contra los bradizoítos de T. gondii y de vacunas efectivas contra el parásito, además de no posibilitarse la demostración de una posible relación causal, se obstaculizaba la que podría resultar una vía complementaria para el control de los accidentes de tránsito, un problema de la cotidianidad universal de muy adversas consecuencias humanas y sociales. En perspectivas, la superación de estas limitaciones debe recibir una adecuada atención, tanto de las autoridades sanitarias como de la Academia. En esa dirección, el propósito de este documento es contribuir a ganar conciencia sobre la existencia de esa asociación.


Luis Fonte Galindo, María Ginori Gilkes, Yisel Hérnández Barrios
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A propósito de un artículo publicado en The Economist el 3 de agosto de 2022

En la revista británica The Economist apareció un artículo titulado “Covid-19 has damaged the reputation of Cuban health care”. El trabajo reconoce un grupo de indicadores positivos cubanos, entre ellos, que en la actualidad 89 % de la población esté inmunizada con vacunas propias, con tasas de eficacia superiores a 92,4 %. Como elementos negativos, aluden a la mala situación económica del país, el desabastecimiento de alimentos, el mal manejo del presupuesto, errores cometidos en el diseño y aplicación de medidas organizativas y de gestión en el afrontamiento a la pandemia y consideran que, según su tamaño, Cuba tuvo una de las cifras más elevadas de los costos de la pandemia en muertes o sobremortalidad por COVID-19. El consejo editorial de The Economist se pregunta, qué hicimos mal. El autor de este texto intenta, desde sus conocimientos, responder a esa interrogante. Ciertamente existió un exceso de mortalidad directa a causa de la COVID-19, pero este exceso se focalizó en el año 2021, en el que coincidieron situaciones adversas: entrada de la variante Delta, número insuficiente aún de población vacunada, limitación en suministros de oxígeno y de medicamentos; se analiza, además, si en los enfermos fallecidos durante la pandemia, aún con PCR positivos, la muerte fue “por COVID” o “con COVID”. El autor expresa su desacuerdo en que la COVID-19 dañara la reputación del sistema de salud cubano, aunque algunos factores limitaron sus posibilidades reales. Se acumulan experiencias para nuevas reflexiones a partir de este desastre sanitario que afectó a todos.


Alfredo Espinosa Brito
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